Radio Cajatambo

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sábado, 6 de julio de 2013

RECORDANDO A MIS MAESTR@S


Desde mis recuerdos, por vivencia o rescatando lo que me contaron, en la ciudad de Cajatambo, mi tierra, había 02 escuelas para varones y 02 escuelas para mujeres los que sin duda respondían a la situación socioeconómica de esos tiempos. La torre, albergaba a las 02 escuelas más antiguas, desde las épocas en que a “los indios” les hacían concebir la idea que no tenían necesidad de estudiar, desde cuando las becas de estudio eran direccionadas, porque el hijo de un campesino difícilmente podría sostenerse en Guadalupe y las hijas tampoco, en Miguel Grau.

Posteriormente, se construye Gayán para los varones y Ticticoto para las mujeres, el primero bajo la dirección de don Cesar Ruitón Perez, donde también mi padre era maestro, y el segundo bajo la dirección de doña María Quinteros Robles. Sé que ambas escuelas siempre se apoyaron y solían resaltar en los concursos sobre todo de conocimientos.
Yo estudié en la torre, de mujeres, la 20001 y antes la 372. De los tantos recuerdos, segura que mi ABC lo aprendí de la Sra. Leonor Quinteros, Rosa Gonsalez, maestras que por sus años, se fueron jubilando.  

Pero cuando pienso en mis maestr@s, no los recuerdo por lo qué me enseñaron sino por cómo me enseñaron y seguramente está ahí la sabia diferencia entre maestro y profesor: “el maestro trasciende por sus hechos”. Y  en éste día, siempre llega a mi memoria tres párrafos de una canción que me enseñara una de las maestras, que cumplió su función, Rosa Portocarrero Silva:

… oh maestro! tomaste el ejemplo
De Jesucristo, maestro de maestros
Y como él sobre ti llevas el peso
De instruir y educar a la niñez.

Mediante tu desvelo y tu constancia
Brota en el niño la chispa del saber,
Se despide temblorosa la ignorancia
Y se aleja para nunca más volver.

Cuando en el fondo de la tumba fría
Viva el pastor de los rebaños mil
Recordando llenos de alegría
Seguiremos tus concejos por doquier

Imposible olvidarla porque nos lo enseñó, un 07 de julio. Mis profesoras, en el día del maestro, habían sido agasajadas, con una bonita actuación, por los alumnos de la escuela del costado, mientras nosotras, niñas tranquilas gozábamos de nuestra libertad temporal. Al siguiente día, ella llegó con esta canción y nos dijo: voy a enseñarles una canción al maestro, el próximo año pueden cantarle a su maestra o quizás hacer una actuación para homenajearlas a todas. Ese día recién nos enteramos del motivo de nuestra libertad y sentimos colectivamente una gran pena, sabíamos que ella era “charapa”, de Iquitos, que estaba sola, inmensamente lejos de su tierra; aquél recreo no nos separamos de ella y la invitamos a jugar la ronda con nosotras y poco a poco se fue disipando nuestra nostalgia al ritmo del juego y del canto.

Estando en 2do de primaria, casi a medio año, llegó la Sra. Enma nuñez de Montes de Oca, como nueva directora de la escuela y también mi maestra. Era joven, gustaba del arte y como tal armó un coro infantil, del cual formaba parte, con los años supe que era por mi voz, que me ponía adelante y al medio, en ese entonces pensaba yo, que era para mantenerme vigilada, por lo “tranquila” que era. Con ella, aprendimos a declamar, a bailar, a cantar y a darle el toque que el espíritu necesita en esa etapa y que vitalizaría a la escuela.

También está en mis recuerdos, como maestra, la Sra. Carmen Hijar Vda. De Calero, quién nos enseñaba a tejer, actividad que me agradaba antes que la costura, creo que fue, por la paciencia y dedicación que le ponía a cada trabajo que hacíamos y a cada alumna, no era difícil pero si laborioso, más si consideramos que necesitábamos estar sentadas todo el tiempo.

Pasamos a secundaria bastante tiernas, solían decirnos, “los niños del jardín se han escapado”, además éramos bastante petisas, maduramos muy lento, no cesábamos de jugar, de correr, de bromear, lo que nos ocasionaba una serie de problemas sobre todo con l@s auxiliares; muchas veces en la dirección, suspensión mientras no llevábamos a nuestros padres…qué duro era estar en secundaria!!  

Para suerte nuestra, luego de varios cambios, estando en 2do de secundaria, llegó un nuevo director, realmente cuánto puede hacer una buena dirección. Con sus bemoles, la presencia de Luis Davalos, fue un ícono para el Paulino Fuentes Castro. Rescató el área de Teatro, fomentó la música local, fomentó el deporte más organizado, donde todos los profesores se incluían, no hubo mejor forma de canalizar las energías de adolescentes inquietos, poco más de lo común. Nació una estimación mutua con éste maestro, dado que me conoció la tarde del día que llegó, por suerte no hubo castigo pese a mis reincidencias.

También hubieron otros maestr@s que influenciaron y fueron trascendentes: Marìa Quinteros, por su amor a la tierra, a la gente, al arte y sus costumbres; Celina Romero, por su rectitud y responsabilidad; Elsa Araujo, una huanuqueña, porque hoy entiendo, nos enseñó a amarnos tal como éramos “todos tenemos algo bonito, que nos hace diferentes”, nos solía decir; Hector Cárdenas, por su sencillez y motivación; Marina Kenaya, una arequipeña, por su amistad, su coraje y sus concejos.

Finalmente, tuve un maestro especial, Arguedas, quién a través del Taller de Arte José María Arguedas, TAJMA, me enseñó a valorar y  amar lo nuestro y a entender la importancia de la inclusión de la cultura en el proceso de desarrollo de nuestros pueblos, estratégicamente, incluso, la diversidad cultural como aspecto esencial y eje transversal del desarrollo. Y además me permitió valorar a mi padre, Anacleto Quinteros, el maestro, su humildad, compromiso, dedicación, para con sus alumnos, sus padres de familia, su comunidad, que en una etapa temprana a veces uno no lo hace y el maestro Arguedas lo aconcejaba.

En éste último sentido, quiero rescatar las palabras de Arguedas, refiriéndose a la labor del maestro:
Un maestro no puede formar a sus niños, no puede ponerse en comunicación íntima, cariñosa con ellos si no conocen lo más aproximadamente su espíritu. Ustedes saben perfectamente cómo es el modo de ser de los niños de Lima, por ejemplo, es completamente distinto del modo de ser de los niños de una aldea andina. Y cómo los niños de una aldea andina son también muy distintos de los niños de un puerto o de una población criolla.
Porque las costumbres de los pueblos de la sierra son muy distintas que las costumbres de los pueblos de la costa, y esta diferencia es tan grande que cualquiera de nosotros puede observarla, incluso cualquier turista norteamericano. Porque cuando pasamos de la sierra a la costa, encontramos que todo cambia, las cosas son de diferente forma, el ambiente geográfico es distinto, los animales son otros, las plantas y las flores son distintas. El mundo, todo lo que nos rodea es diferente, se habla quechua como en la sierra, en la costa no se habla quechua; en la costa hay una gran cantidad de elementos para la comodidad, gran dominio de la técnica, una gran influencia de sabiduría y de la civilización occidental, europea o norteamericana. En cambio en la sierra hay una mayor influencia de las costumbres antiguas, entonces esa diferencia y diversidad de creencias forma al mismo tiempo una diferencia de modo de ser en la persona.


Es el conocimiento de la persona quizás lo más importante para el educador”. (El cuento folklórico, como fuente para el estudio de la cultura). 

Judith Quinteros

Mi foto
Latino americana, Lima, Peru
Soy peruana, madre de Illa Antonio y de Urpi Judith. Soy ingeniera de profesión y vivo enamorada del amor, de la lucha, del cambio y de la esperanza y entonces también suelo decir: amo el canto, porque asi, el cantar tiene sentido, entendimiento y razón.

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