Desde
mis recuerdos, por vivencia o rescatando lo que me contaron, en la ciudad de
Cajatambo, mi tierra, había 02 escuelas para varones y 02 escuelas para mujeres
los que sin duda respondían a la situación socioeconómica de esos tiempos. La
torre, albergaba a las 02 escuelas más antiguas, desde las épocas en que a “los
indios” les hacían concebir la idea que no tenían necesidad de estudiar, desde
cuando las becas de estudio eran direccionadas, porque el hijo de un campesino
difícilmente podría sostenerse en Guadalupe y las hijas tampoco, en Miguel
Grau.
Posteriormente,
se construye Gayán para los varones y Ticticoto para las mujeres, el primero
bajo la dirección de don Cesar Ruitón Perez, donde también mi padre era
maestro, y el segundo bajo la dirección de doña María Quinteros Robles. Sé que
ambas escuelas siempre se apoyaron y solían resaltar en los concursos sobre
todo de conocimientos.
Yo
estudié en la torre, de mujeres, la 20001 y antes la 372. De los tantos
recuerdos, segura que mi ABC lo aprendí de la Sra. Leonor Quinteros, Rosa
Gonsalez, maestras que por sus años, se fueron jubilando.
Pero
cuando pienso en mis maestr@s, no los recuerdo por lo qué me enseñaron sino por
cómo me enseñaron y seguramente está ahí la sabia diferencia entre maestro y
profesor: “el maestro trasciende por sus hechos”. Y en éste día, siempre llega a mi memoria tres
párrafos de una canción que me enseñara una de las maestras, que cumplió su
función, Rosa Portocarrero Silva:
… oh maestro! tomaste el
ejemplo
De Jesucristo, maestro
de maestros
Y como él sobre ti llevas
el peso
De instruir y educar a
la niñez.
Mediante tu desvelo y tu
constancia
Brota en el niño la
chispa del saber,
Se despide temblorosa la
ignorancia
Y se aleja para nunca
más volver.
Cuando en el fondo de la
tumba fría
Viva el pastor de los
rebaños mil
Recordando llenos de
alegría
Seguiremos tus concejos
por doquier
Imposible
olvidarla porque nos lo enseñó, un 07 de julio. Mis profesoras, en el día del
maestro, habían sido agasajadas, con una bonita actuación, por los alumnos de
la escuela del costado, mientras nosotras, niñas tranquilas gozábamos de
nuestra libertad temporal. Al siguiente día, ella llegó con esta canción y nos
dijo: voy a enseñarles una canción al maestro, el próximo año pueden cantarle a
su maestra o quizás hacer una actuación para homenajearlas a todas. Ese día
recién nos enteramos del motivo de nuestra libertad y sentimos colectivamente
una gran pena, sabíamos que ella era “charapa”, de Iquitos, que estaba sola, inmensamente
lejos de su tierra; aquél recreo no nos separamos de ella y la invitamos a
jugar la ronda con nosotras y poco a poco se fue disipando nuestra nostalgia al
ritmo del juego y del canto.
Estando
en 2do de primaria, casi a medio año, llegó la Sra. Enma nuñez de Montes de
Oca, como nueva directora de la escuela y también mi maestra. Era joven, gustaba
del arte y como tal armó un coro infantil, del cual formaba parte, con los años
supe que era por mi voz, que me ponía adelante y al medio, en ese entonces
pensaba yo, que era para mantenerme vigilada, por lo “tranquila” que era. Con
ella, aprendimos a declamar, a bailar, a cantar y a darle el toque que el
espíritu necesita en esa etapa y que vitalizaría a la escuela.
También
está en mis recuerdos, como maestra, la Sra. Carmen Hijar Vda. De Calero, quién
nos enseñaba a tejer, actividad que me agradaba antes que la costura, creo que
fue, por la paciencia y dedicación que le ponía a cada trabajo que hacíamos y a
cada alumna, no era difícil pero si laborioso, más si consideramos que necesitábamos
estar sentadas todo el tiempo.
Pasamos
a secundaria bastante tiernas, solían decirnos, “los niños del jardín se han
escapado”, además éramos bastante petisas, maduramos muy lento, no cesábamos de
jugar, de correr, de bromear, lo que nos ocasionaba una serie de problemas
sobre todo con l@s auxiliares; muchas veces en la dirección, suspensión mientras
no llevábamos a nuestros padres…qué duro era estar en secundaria!!
Para
suerte nuestra, luego de varios cambios, estando en 2do de secundaria, llegó un
nuevo director, realmente cuánto puede hacer una buena dirección. Con sus
bemoles, la presencia de Luis Davalos, fue un ícono para el Paulino Fuentes
Castro. Rescató el área de Teatro, fomentó la música local, fomentó el deporte
más organizado, donde todos los profesores se incluían, no hubo mejor forma de
canalizar las energías de adolescentes inquietos, poco más de lo común. Nació
una estimación mutua con éste maestro, dado que me conoció la tarde del día que
llegó, por suerte no hubo castigo pese a mis reincidencias.
También
hubieron otros maestr@s que influenciaron y fueron trascendentes: Marìa Quinteros,
por su amor a la tierra, a la gente, al arte y sus costumbres; Celina Romero,
por su rectitud y responsabilidad; Elsa Araujo, una huanuqueña, porque hoy
entiendo, nos enseñó a amarnos tal como éramos “todos tenemos algo bonito, que
nos hace diferentes”, nos solía decir; Hector Cárdenas, por su sencillez y motivación;
Marina Kenaya, una arequipeña, por su amistad, su coraje y sus concejos.
Finalmente,
tuve un maestro especial, Arguedas, quién a través del Taller de Arte José
María Arguedas, TAJMA, me enseñó a valorar y amar lo nuestro y a entender la importancia de
la inclusión de la cultura en el
proceso de desarrollo de nuestros pueblos, estratégicamente, incluso, la
diversidad cultural como aspecto esencial y eje transversal del desarrollo. Y además
me permitió valorar a mi
padre, Anacleto Quinteros, el maestro, su humildad, compromiso, dedicación, para
con sus alumnos, sus padres de familia, su comunidad, que en una etapa temprana
a veces uno no lo hace y el maestro Arguedas lo aconcejaba.
En
éste último sentido, quiero rescatar las palabras de Arguedas, refiriéndose a
la labor del maestro:
“Un maestro no puede formar a sus niños, no puede
ponerse en comunicación íntima, cariñosa con ellos si no conocen lo más
aproximadamente su espíritu. Ustedes
saben perfectamente cómo es el modo de ser de los niños de Lima, por ejemplo,
es completamente distinto del modo de ser de los niños de una aldea andina. Y
cómo los niños de una aldea andina son también muy distintos de los niños de un
puerto o de una población criolla.
Porque
las costumbres de los pueblos de la sierra son muy distintas que las costumbres
de los pueblos de la costa, y esta diferencia es tan grande que cualquiera de
nosotros puede observarla, incluso cualquier turista norteamericano. Porque
cuando pasamos de la sierra a la costa, encontramos que todo cambia, las cosas
son de diferente forma, el ambiente geográfico es distinto, los animales son
otros, las plantas y las flores son distintas. El mundo, todo lo que nos rodea
es diferente, se habla quechua como en la sierra, en la costa no se habla
quechua; en la costa hay una gran cantidad de elementos para la comodidad, gran
dominio de la técnica, una gran influencia de sabiduría y de la civilización
occidental, europea o norteamericana. En cambio en la sierra hay una mayor
influencia de las costumbres antiguas, entonces esa diferencia y diversidad de
creencias forma al mismo tiempo una diferencia de modo de ser en la persona.
Es el
conocimiento de la persona quizás lo más importante para el educador”. (El cuento folklórico, como fuente para el estudio de la cultura).